"Cursi Ficción"
(2019)
Performance. 4hs
Performer: Marcelo Estebecorena
Crédito fotográfico: Gonzalo Resti


“Cursi Ficción” es una performance duracional que evidencia las acciones del cuerpo en reposo, como la respiración, la transpiración y la salivación. El confinamiento y la tela como segunda piel, dan la apariencia de silueta inerte. Esta impresión contrasta con los rasgos vitales, que se vuelven cada vez más explícitos a medida que pasa el tiempo. Los únicos elementos que dan cuenta del organismo vivo son los pequeños gestos, y la humedad, que se acumula desesperadamente sobre las superficies que lo cubren.




"Cursi Ficción" (2019)
Témpera sobre tabla.
115 x 76 x18 cm





TEXTO DE SALA:


Cursi ficción

“Porque ese cielo azul que todos vemos, ni es cielo, ni es azul. Lástima grande que no sea verdad tanta belleza.”

Lupercio Leonardo de Argensola (1559-1613)


“No...
ni es cielo ni es azul,
ni es cierto tu candor,
ni al fin tu juventud.”

Homero Expósito (1918-1987)


Además de la culpa y la represión, el aporte más exitoso del catolicismo a Occidente ha sido, sin dudas, una cuantiosa colección de imágenes de un magnetismo innegable. Una y otra vez volvemos a este universo visual; marca nuestro modo de ver, y de crear nuevas formas.

¿Qué tienen estas imágenes que nos gustan tanto?

Más que el misterio de la fe, Andrés Piña busca develar el misterio de la eficacia. Por eso indaga en el culto católico y su repertorio de escenas.

Un sudario, un retablo, y un calvario en 12 cuotas.

Un tendal de electrodomésticos ardiendo y unos puchos pecadores.

¿Podrán ser las sillas de escritorio los crucifijos de una fe futura?

Sudario suena a sudor, pero en realidad es una mortaja.

Como el pelo que sigue creciendo, ¿será que también sudaremos después de muertos?

En Turín se exhibe una réplica del sudario que envolvió a Jesucristo.

La réplica de un trapo chivado, el verdadero está guardado.

Un falso sudario.

Falsario, Piña nos presenta la performance de un cuerpo inactivo, de sudor pintado, filtro mártir.

En una época en la que vemos casi todos los rostros velados por un ¿lozano? blur, hace unas semanas hizo furor una aplicación que nos hace viejxs, de perfectas arrugas digitales, tranquilizando nuestra ansiedad de ancianxs de selfies dignas –o tan sólo generando contenidos para alguna inteligencia corporativa que usufructuará nuestros pixeles cuando ya no estemos–.

¿Qué ecos resuenan en nuestra obsesión con los filtros, el maquillaje y lo falso?

Iré joven pa' la sepultura

Con pintura



Valentín Demarco
Buenos Aires, 2019